Hola Gentecilla Bella
He de decir que la mayoría de las veces alimentamos nuestros miedos, con nuestros propios pensamientos y creencias limitantes, que solo son producto de malas experiencias, que te hacen creer, que siempre vivirás las mismas situaciones.
Pero si siempre vivimos bajo ese estado de miedo, nunca podréis experimentar nuevas cosas o retomar cosas que por ese miedo no has podido realizar de nuevo de forma rutinaria, como se esta acostumbrado a vivir.
El miedo te limíta a volver a coger un coche si has podido sufrir un percance con él, tu puede dejar sin recuperar a una persona que quieras mucho después de una pelea o una discusión, a presentarte a una entrevista de trabajo por miedo a que no puedan cogerte, a mudarte de casa o de ciudad por si no sale como tenías pensado...
Hoy os quiero hablar en mi blog sobre el tema de los miedos, porque es un tema que siempre tenemos presente en nuestras vidas, y que muchas veces nos limitan a realizar retos, metas e ilusiones, por si no tienen el resultado esperado.
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¿QUÉ ES EL MIEDO?
El miedo es una emoción desagradable que es provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.
Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, que se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano.
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TIPOS DE MIEDOS:
Según la Psicóloga Emma García plantea este miedo de la siguiente manera:
MIEDO A EXPRESAR LO QUE PENSAMOS:
EL miedo a expresar lo que pensamos es mucho más frecuente de lo que creemos.
La mayoría hemos sentido algún bloqueo en mayor o en menor medida en las diferentes áreas de nuestra vida.
Ya sea en el trabajo, con amigos, en familia, en alguna actividad de ocio.
Ese bloqueo se ha podido ver a la hora de expresar una opinión, a decir que no estamos de acuerdo en algo, un comentario sobre algún suceso, etc.
El famoso concepto de asertividad, acuñado por el psicólogo estadounidense Andrew Salter, se define como la habilidad para expresar las opiniones o deseos personales sin hacer daño al otro, aunque el otro pueda sentirse ofendido.
Consiste en expresarnos de una manera respetuosa y sincera. Cuanto más asertivos seamos, menos miedo tendremos a expresarnos ante los demás.
Nuestro entorno sociocultural está muy basado en el “que dirán”.
Por eso vamos a medir mucho lo que vamos a decir, por si lo que decimos no es correcto, por si nos critican.
Y esto nos va a llevar a la autocensura.
Anteponemos conservar nuestras relaciones sociales a nuestras opiniones o deseos.
Si no están de acuerdo con lo que digo, puede que me rechacen o me excluyan del grupo.
Este miedo es mucho más potente entre los adolescentes, por la presión del grupo.
En estas edades es muy importante lo que piensen los demás y sentir que se pertenece a un grupo.
En los adultos, este miedo se puede acentuar mucho, sobre todo en los grupos en el trabajo: si me quejo sobre algún compañero o sobre algo que en lo que no esté de acuerdo, puede ser que me rechacen y me hagan el vacío.
Al dejar de expresarnos, nuestro yo verdadero se va perdiendo y vamos generando un personaje que no es realmente auténtico para poder agradar y caer bien a los demás.
Actuando así dejamos de ser nosotros y perdemos nuestra esencia.
Creer que lo que voy a decir es una tontería, que no tiene ningún valor.
Esto lo suelo escuchar mucho en consulta a la hora de hacer nuevos amigos o en pandillas que llevan mucho tiempo juntos.
Suelen decirme: “Lo que voy a decir es una tontería, para qué lo voy a decir”.
Creemos que nuestra opinión o idea tiene que ser casi como una tesis doctoral sin darnos cuenta que en lo sencillo está lo grande.
Menospreciar o infravalorar nuestras opiniones es un problema de inseguridad en nosotros mismos, de una baja autoestima.
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Pensamos que podemos sufrir ante cualquier momento social y esto tiene que ver mucho con experiencias del pasado en la infancia-adolescencia.
En un alto porcentaje se da una experiencia traumática previa que nos hace creer que podemos volver a vivirla.
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Para tener relaciones sanas necesitamos tener conversaciones incómodas.
Pero a las personas que les cuesta expresar lo que piensan o desean suelen huir y escapar de estas conversaciones.
Creen que evitando un conflicto se va a solucionar, cuando es todo lo contrario: se va acumulando y agrandando.
Se van adaptando al silencio por miedo o por cobardía y lo único que se consigue con esto es que se agrave la situación.
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¿CÓMO PODRÍAMOS MEJORAR ESTE MIEDO?
Lo primero que podríamos hacer es empezar a dar nuestro punto de vista en situaciones sencillas.
Por ejemplo, dar una opinión sobre qué vamos a pedir del menú, que película nos apetece ver, dar nuestro punto de vista sobre algún consejo que nos pidan…
Aprender sobre la asertividad, cómo expresar lo que nos ha molestado, dar una opinión, saber decir un elogio.
La asertividad se aprende; todo el mundo tiene la capacidad de aprender a expresarse y decir su opinión.
Esto nos va a aportar seguridad y va hacer que el miedo disminuya.
Por lo tanto, seremos más capaces de volver a dar una opinión o expresar el deseo que tengamos en cada momento.
Mejorando nuestra Autoestima.
Al aumentar nuestra valoración sobre nuestro autoconcepto, ganaremos seguridad y, por lo tanto, nos atreveremos más a decir lo que nos apetezca.
Desaparecerán así esos fantasmas de autocrítica y autocensura a la hora de expresarnos.
Todas estas mejoras se pueden conseguir en terapia.
Siendo capaces de aprender ya que todos los miedos son aprendidos por situaciones pasadas, estos también se pueden desaprender .
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TODOS COMPARTIMOS LOS MISMOS 5 MIEDOS, ¿SABÉIS CUÁLES SON?
El miedo es una emoción innata en los seres humanos. Todos, en algún momento de nuestra vida, sentimos o sentiremos miedo.
Al fin y al cabo es una reacción biológica y, aunque el miedo sea necesario para la supervivencia, produce un sentimiento de angustia y alteración que puede llegar a condicionar la vida de muchas personas. Ser conscientes que el problema nace en nuestro interior es la clave para ver que la solución también la tenemos nosotros.
Rosa Sabaté, psicóloga y gestora emocional, confiesa que “no es lo que te sucede en la vida, sino cómo lo vives, lo que hará que los miedos te paralicen o te impulsen a superarte”.
En la mayoría de los casos, lo que verdaderamente produce temor es el miedo al miedo, no el miedo en sí mismo.
Si identificamos la causa de nuestros temores y logramos entender el por qué, podremos controlarlos y afrontarlos.
Así lo afirma el doctor en psicología karl Albrecht, cuando explica que “El miedo al miedo probablemente causa más problemas en nuestras vidas que el miedo en sí mismo”.
Albrecht recoge los cinco miedos básicos que todos los seres humanos compartimos y de los que nacen el resto de temores:
1- Miedo a la muerte.
El principal consejo de los profesionales para superarlo es tratar de aceptar la idea, controlar ese temor y aprovecharlo para disfrutar al máximo cada momento.
2- Pérdida de autonomía.
3- Soledad.
4- Miedo a la mutilación.
5- Daños y perjuicios al ego.
El paso más importante para superar estos miedos es entender que no podemos prescindir de ellos. Saber convivir con nuestras vulnerabilidades nos hará más fuertes ante los retos que nos iremos encontrando por el camino.
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En resumen
El miedo es una emoción displacentera, cuyos efectos desagradables activan nuestro sistema de alerta, y ponen en marcha mecanismos de protección, huida o acción.
Definitivamente, el miedo es una de las emociones básicas de adaptación y supervivencia. Se nutre de la experiencia y nos permite prever y valorar riesgos
Hasta aquí todo suena muy bien, pero no es tan sencillo.
El miedo a fracasar o a equivocarnos, a la soledad, a la enfermedad… pueden ser miedos, que no respondan a un riesgo real. Es entonces cuando afectan a nuestras iniciativas, a nuestras decisiones… y al contrario de ser útiles, bloquean y limitan la consecución de nuestras metas.
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En Conclusión:
Aspectos psicológicos de 5 de los miedos más frecuentes:
Miedo a la soledad o al abandono
No importa el resultado que hayas obtenido.
- Dependencia, Ansiedad Social, Autoexigencia y Perfeccionismo...
- Pensamientos irracionales relacionados o sesgos cognitivos.
- Pensamientos de tipo catastrofista (magnificación de lo negativo).
- Pensamientos excesivamente autoexigentes (tengo que…).
- Creencias anticipatorias del futuro (y si…).
- Visión de túnel o sesgo atencional (ver solo una parte).
- Pensamientos polarizados (blanco o negro).
- Emociones asociadas: tristeza, desamparo, angustia…
- Afrontamiento habitual: evitativo y/o rumiación (evitar situaciones de soledad, aspirar al control, queja, buscar la seguridad…).
- Miedo al futuro, a la muerte, a la enfermedad o a envejecer.
- Rasgos de personalidad relacionados: perfeccionismo y poca flexibilidad.
- Pensamientos irracionales relacionados o sesgos cognitivos:Pensamientos de tipo catastrofista (magnificación de lo negativo).
- Pensamientos excesivamente autoexigentes (tengo que…).
- Creencias anticipatorias del futuro (y si…).
- Visión de túnel o sesgo atencional (ver solo una parte).
- Pensamientos polarizados (blanco o negro).
- Emociones asociadas: frustración, estrés, angustia, indefensión…
- Afrontamiento habitual: evitativo y/o rumiación.
Miedo al fracaso, a equivocarse o a tomar decisiones
Rasgos de personalidad relacionados:
- Perfeccionistas y poca flexibilidad, elevada autoexigencia…
- Pensamientos irracionales relacionados o sesgos cognitivos:Pensamientos de tipo catastrofista (magnificación de lo negativo).
- Pensamientos excesivamente autoexigentes (tengo que…).
- Creencias anticipatorias del futuro (y si…).
- Visión de túnel o sesgo atencional (ver solo una parte).
- Pensamientos polarizados (blanco o negro).
- Emociones asociadas: frustración, culpa, presión, angustia, rabia, indefensión…
- Afrontamiento habitual: evitativo y/o rumiación (procrastinar, escape o evitación, no asumir costes, comprobar o repasar, delegar…).
Rasgos de personalidad relacionados:
- Tendencia obsesiva o perfeccionista con poca flexibilidad.
- Pensamientos irracionales relacionados o sesgos cognitivos:Pensamientos de tipo catastrofista (magnificación de lo negativo).
- Pensamientos excesivamente autoexigentes (tengo que…).
- Creencias anticipatorias del futuro (y si…).
- Pensamientos polarizados (blanco o negro).
- Emociones asociadas: angustia, descontrol, indefensión…
- Afrontamiento habitual: evitativo y/o rumiación.
Rasgos de personalidad relacionados:
- Ansiedad social, baja autoestima, tendencias a auto-culpabilizarse, necesidad de aprobación…
- Pensamientos irracionales relacionados o sesgos cognitivos:Pensamientos de tipo catastrofista (magnificación de lo negativo).
- Creencias anticipatorias del futuro (y si…).
- Visión de túnel o sesgo atencional (ver solo una parte).
- Pensamientos polarizados (blanco o negro).
- Emociones asociadas: vergüenza, angustia, presión…
- Afrontamiento habitual: evitativo y/o rumiación (baja asertividad, no decir “no”, no destacar o pasar desapercibido, ceder, evitar situaciones sociales, comprobaciones o preguntar en exceso).
¿Cómo afrontar tu miedo más profundo?
Identifica tu miedo:
Somete tu miedo a prueba:
Reflexiona sobre las consecuencias de lo que temes:
- Habla de tu miedo: no se trata de que estemos continuamente hablando de él, sino de compartirlo con alguien de nuestro entorno que pueda darnos otra visión, otra perspectiva sobre la situación que nos asusta.
- Afronta tu miedo de manera progresiva: la estrategia automática o inicial ante el miedo es la evitación del estímulo o de la situación que lo genera. Ese alivio producido por la evitación o escape del miedo es el causante de que la problemática se mantenga en el tiempo, funciona a modo de “parche” o de “tirita” temporal. Piensa en estrategias que te permitan hacer frente a tu miedo en diferentes escenarios de manera controlada y progresiva, irás ganando recursos personales y en autoeficacia.
- Observa los miedos en los demás: detectar miedos en las personas de tu entorno puede darte una perspectiva más objetiva del funcionamiento del miedo y ayudarte a normalizar ciertos procesos, ¿qué le dirías a alguien que tiene un miedo diferente al tuyo?
- Reflexiona sobre lo qué harías si no tuvieras ese miedo: piensa acerca de los costes o limitaciones que tiene para ti ese miedo, puede motivarte a iniciar estrategias de cambio y solución, si piensas en los beneficios que podrías obtener superando el miedo.
- Pide ayuda especializada: si detectas que el miedo comienza a limitarte en tu día a día, es más eficaz contar con ayuda de un o una profesional especializada. Los psicólogos podemos enseñarte a adquirir las herramientas y los recursos necesarios para afrontar de manera efectiva dificultades como esta.
El valor que tiene para nuestra vida el auto-conocimiento:
- Reconocer nuestras tendencias, cómo sentimos, pensamos y actuamos, es incalculable.
- El miedo es una compleja emoción que puede afectarnos, condicionar y limitar nuestro día a día, de un modo extraordinario.
- Por eso, identificar y comprender nuestros miedos, aprender las estrategias que nos permitan gestionarlos, es una labor del todo útil e inteligente, una meta que nos permitirá disfrutar con plenitud y bienestar de nuestra vida.
¿Cuál es vuestro miedo más profundo?
Hasta la próxima Gentecilla Bella.
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